El gallo de la catedral
En el torreón de la catedral de Quito se encuentra la figura de un gallo que perdura en el tiempo.
Narra la historia que, hace muchos años, vivió en Quito un acaudalado señor llamado Don Ramón de Ayala.
Este hombre disfrutaba pasando buenos ratos con sus amigos cantando. También, se decía que Ramón estaba enamorado de una joven tabernera llamada Mariana.
En las noches, el hombre acostumbraba a pasearse ebrio por la plaza grande, se paraba delante del gallo de la catedral y le decía: “¡Para mí no hay gallitos que valgan, ni el gallo de la catedral!”.
De repente, el gallo se precipitó sobre él y le dijo: “Prométeme que no volverás a tomar licor”. El hombre, muy asustado, aceptó su propuesta y aseguró que no tomaría más. Además, el gallo le dijo: “¡No vuelvas a insultarme!
Después de lo sucedido, el gallo de hierro volvió a la torre. Cuenta la leyenda que, desde ese día, Ramón Ayala se volvió un hombre más considerado y jamás volvió a beber licor ni a insultar.
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